Somos aliens.
Seres de otro planeta. Exactamente de uno que se encuentra
a 13.100 millones de años luz de la tierra.
No te gustaría cruzarte con nosotros. Somos distintos, somos raros.
El descubrimiento es nuestro alimento. Esa mierda nos hace ir de un sitio para otro sin rumbo aparente. Vemos todo con nuestros hipnóticos ojos y asimilamos cada kilobyte de información en nuestro colosal cerebro.
Un descubrimiento puede ser cualquier cosa, desde un paso de baile hasta una película, desde un viaje improvisado hasta una camiseta de tirantes, desde Los Girasoles de Van Gogh hasta la pizza de ese local del centro,
“¡Una de peperoni! Quiero probarla y mañana puede que sea tarde”.
Creo que me he explicado, ¿verdad?
Es química, cada descubrimiento nos hace clic ahí dentro, justo entre el corazón y el cerebro, y a través de una explosión de plasma nos hace esbozar una sonrisa en nuestra diminuta boca.
Nos recarga y nos da la vida.
Qué raro suena todo ¿verdad?
Ya os dijimos que eramos distintos de la mayoría.
Ya os dijimos que eramos raros.
Ya os dijimos que eramos aliens.